Llegan las vacaciones y la posibilidad de acercarse al mar. Fuente de inspiración de poetas y enamorados, origen de todo cuanto existe, el agua marina tiene mucho para ofrecer, tanto que existe una rama de la medicina no tradicional llamada talasoterapia, que aprovecha el mar con fines curativos.
Fue el griego Hipócrates, padre de la medicina moderna, quien dijo que "el mar cura las enfermedades del hombre". Nada más cercano a la realidad. Gracias a sus conceptos y a cientos de especialistas que a lo largo de la historia se preocuparon por estudiar los beneficios del agua marina para la salud, ha llegado hasta nuestros días la talasoterapia, una disciplina que utiliza al mar para curar enfermedades, tratar problemas estéticos y relajar el tanto el cuerpo como la mente. A nadie escapa que el agua marina es muy saludable.
Los paseos a la orilla del mar son una recomendación bastante frecuente para el tratamiento de ciertas patologías, y cualquier persona puede experimentar cómo se renueva con algunas horas en la playa. La materia prima de la talasoterapia, el agua que procede directamente del mar, cuenta con unas propiedades especiales entre las que se encuentran la salinidad, su movimiento y su densidad. Todos esos factores, contribuyen a que el agua constituya por sí misma un recurso estético y terapéutico.
Como practicar la talasoterapia
Cómo actúa
El efecto terapéutico del agua de mar se produce a través de diferentes vías:
- Por contacto con la piel y las mucosas.
- Por inhalación.
- Por la acción dinámica de las olas y las mareas.
El aire marino, saturado de microgotas de agua de mar en suspensión, es rico en yodo, ozono e iones negativos, lo que le confiere propiedades antibióticas, calmantes del sistema nervioso y estimulantes sobre las defensas del organismo. El agua de mar es rica en oligoelementos, perfectos para revitalizar y embellecer la piel.
Al entrar en contacto con el agua salada, en la superficie cutánea se produce una renovación de elementos (en especial yodo y sodio) por un mecanismo conocido como osmosis. Se denomina de esta forma al pasaje de sustancias en ambas direcciones a través de una membrana.
Ejercicios entre olas
No todo es cuestión de nadar, quedarse flotando o pararse entre las olas. Existen muy buenos ejercicios que pueden realizarse en el agua. Gracias a la presión del medio, los músculos trabajan con mayor intensidad y se logran resultados más rápidos. A continuación, veremos algunos ejercicios muy sencillos, que trabajan el cuerpo en forma íntegra:
- Flotar durante cinco minutos e intentar sacar del agua un pie y luego el otro. Con este ejercicio se tonifican los músculos de las piernas y los glúteos. Además, gracias al movimiento del agua bajo la espalda se consigue un electo relajante.
- Flotando, levantar las manos para aplaudir fuera del agua. De esta manera trabajan los músculos de los brazos y el pecho.
- En posición horizontal, abrir y cerrar las piernas sin doblar las rodillas. Repetir el ejercicio unas treinta veces. Con esta actividad se fortalecen los músculos de las piernas. Además hay que tener en cuenta que la oposición que ejerce el agua hace necesario un mayor esfuerzo físico
- Situarse boca arriba, sujetándose a algún elemento fijo con ambas manos por detrás de la cabeza. Flexionar las rodillas y girar el torso alternativamente, primero hacia la izquierda y luego hacia la derecha, sin doblar la espalda. Repetir el ejercicio treinta veces. Este es un ejercicio muy completo, ya que implica la actividad de las piernas, los brazos, la cintura y las caderas.
- Mantener los brazos extendidos y girar las muñecas diez veces hacia adelante y hacia atrás. Este es un ejercicio perfecto para relajarse.
- Extender los brazos siguiendo la línea de los hombros, flexionar los codos y llevar ambas muñecas hacia el pecho.
- Es probable que algunos de estos ejercicios resulten un poco dificultosos durante las primeras sesiones. El secreto está en perseverar y dejar que el cuerpo se habitúe al medio acuático.
Una aliada muscular
Son muchas las afecciones que pueden mejorar con la presencia del mar: respiratorias, musculares, dermatológicas, cardíacas, inlecciosas, metabólicas y reumáticas, entre otras. Niños y ancianos son quienes más pueden notar sus efectos, pero también quienes padecen tuberculosis ósea, ganglionar, articular y peritoncal (no la pulmonar), raquitismo, cansancio y estrés.
Desde el punto de vista físico, los efectos más inmediatos son de tipo muscular. El movimiento de las olas contra el cuerpo es como un masaje que relaja y tonifica los músculos, una experiencia de sobra conocida por los cientos de personas que, en todas las playas, se mantienen inmóviles dentro del mar, con el agua a la altura de la cadera, durante horas. Otras prefieren caminar dentro del agua, tratando de endurecer sus piernas al vencer la resistencia del medio acuático. Las posibilidades que ofrece el mar para el fortalecimiento y recuperación de los músculos cansados lo convierten en un lugar ideal para pasar las vacaciones. Desde deportistas hasta ejecutivos estresados que apenas mueven un músculo durante el año, todos encontrarán en la talasoterapia una buena forma de mantener el cuerpo en forma.
El clima
Además del agua y las sustancias que se forman en ella, el mar proporciona un componente esencial en el restablecimiento de la salud: el clima. El descenso de la tensión arterial es destacado a orillas del mar, ya que los ambientes húmedos tienen un efecto sedante, producen relajación y atonía, sobre todo si además de ser húmedos disponen de una temperatura agradable entre los 20 y 30 grados.
El clima marino ejerce una doble acción: por una parte es estimulante, y por otra sedante. Es estimulante por la luminosidad, la ionización y las sustancias salinas en suspensión. Y es sedante por su temperatura, prácticamente constante, su abundante humedad y su alta presión atmosférica.
El aire puro y rico en yodo, con vientos frecuentes que pueden encontrarse en la orilla, está especialmente recomendado para las alergias y migrañas. No es recomendable, en cambio, para los casos de hipertiroidismo, gastroenteritis, enfermedades crónicas del corazón, nerviosas, renales y del sistema neurovegetativo. La alternativa para estas personas es acudir a un centro de talasoterapia, que si bien utiliza el agua de mar en sus curas, lo hace en locales cerrados.